domingo, 27 de julio de 2008

Nota publicada en Argenpress por el periodista rosarino, Carlos del Frade


Nota publicada en Argenpress por el periodista rosarino, Carlos del Frade

http://www.argenpress.info/nota.asp?num=027619

El obispo de Goya


Alberto Pascual Devoto nació el 17 de mayo de 1918 en Buenos Aires y dicen que murió en Goya el 28 de julio de 1984, el mismo día que fuera bautizado.

Los accidentes automovilísticos es la repetida forma que encuentra la huesuda para llevarse a los sacerdotes que pelean por un cielo para todos y un reino de justicia acá cerquita. Le pasó a Angelelli, a Ponce de León, a Sueldo y a Devoto.

Pero decir que el obispo de Goya se murió es una triste y mezquina traición intelectual.
Una prepotencia de la burocracia, de papeles de archivo.

Monseñor Devoto está vivo en el pueblo correntino y es un símbolo de una iglesia que se jugó por los crucificados del sistema.

El 6 de diciembre de 1942 se ordenó como sacerdote y el 17 de setiembre de 1961 fue designado obispo.

Se entrevistó con Juan XXIII, “el bueno”, el impulsor del Concilio Vaticano segundo, aquel que quiso abrir la ventana de la iglesia para que ingresaran los vientos de la vida y del presente.

Y el 29 de octubre de 1961, fue designado obispo de Goya.

“Pero quizás lo que más me llegó fue tu permanente testimonio de humildad y sencillez de tus humanas debilidades. Tus ganas de aprender, tu humildad de preguntar, escuchar y anotar en tu famosa libretita verde aquellas cosas que veías o te decían en tus continuas giras pastorales. Más algún chistecito de vez en cuando”, escribió el padre Julián Zini.

El mismo que reunió cien calificativos que escuchó de la boca de la gente sobre la persona de Devoto.

“Actualizado, tu teología era la del Vaticano II, Medellín, San Miguel y Puebla.

...amenazado, especialmente durante el proceso, puesto que buscaban amedrentarte y que te fueras del país...

...calumniado, como el obispo rojo, hereje, tercermundista, zurdo, comunista...

...coherente, porque predicabas lo que creías y vivías lo que predicabas...

...compasivo, recorriste las cárceles del país visitando a tus feligreses presos...

...comprometido, con el reinado de Jesucristo y la transformación de la realidad...

...joven, “miren lo que descubrí hoy, quiere decir que aún soy joven”, solías decir...

...libre, frente a los poderes de este mundo, por eso, renunciaste públicamente a la asignación del estado...

...odiado, y a muerte, por los dueños del poder...

...solidario, con todos los que luchan por la justicia y la verdad, especialmente con el campesinado que empezó a ponerse de pie con el Movimiento Rural y las Ligas Agrarias...

...testigo, diste razón de tu esperanza siempre y en todas partes y decidiste quedarte mudo en la asamblea del episcopado...

...viajero, incansable, “tengo las valijas preparadas”, solías decir...

...visionario, te adelantaste cuarenta años, leyendo proféticamente los signos de los tiempos...”, apuntaba Zini.

Devoto escribió y dijo en relación al año nuevo de 1975:

“No hay duda de que en el sentir popular, el comienzo de un nuevo año está lleno de esperanzas. Y la esperanza es parte de la vida del hombre. Saben bien ustedes que con esto no me refiero a la superficialidad de tantos augurios, que se repiten mecánicamente en este día, desprovisto de sentido profundo y de un real deseo de felicidad para los demás.

“Nuestro pueblo tiene derecho esta vez a una esperanza firme.

Hace muchos años que viene esperando en vano. Hace mucho que se viene alimentando con promesas. Hace mucho que viene anhelando y exigiendo un cambio que brinde a todos la posibilidad de realizarse como personas.

“Pero cada año -en medio de las efímeras alegrías de las “tradicionales fiestas”- ha terminado en la desesperanza y en la frustración.

“Para ayudarnos a celebrar este día a la luz de la fe, la iglesia desde hace tiempo ha querido que coincidiera con una festividad religiosa. Actualmente se celebra la fiesta de María, la Virgen Madre de Dios, en quien se condensan todas las esperanzas de la Salvación...

“Y es la fe la que alienta nuestras más profundas esperanzas: estamos ante un verdadero proceso de conversión evangélica, es decir, de salida de nosotros mismos y de apertura a Dios y a los demás. Es el proceso que está viviendo un número creciente de cristianos en nuestro continente. Conversión, no tanto como proceso intimista y privado, sino como proceso condicionado por el medio socioeconómico, político, cultural, humano, que hay que transformar.

“No podemos ignorar que aún existen en nuestro país grandes sectores marginados del quehacer nacional. Y es preciso que también allí se den las condiciones necesarias para que puedan realizar, como actores, su propio proceso de transformación.

“Como ustedes lo han podido comprobar, esto viene sucediendo ya en algunos sectores del campesinado -como las Ligas Agrarias- que cada vez hablan menos por intermediarios y dicen directamente su palabra, a la vez que hacen percibir al sistema su presencia inquietante. Comienzan a ser cada vez menos objeto de manipulación demagógica o de asistencia social más o menos disimulada, para convertirse poco a poco en sujetos de su propia historia y forjar así una sociedad radicalmente distinta.

“En medio de muchos signos contradictorios; pienso que hay motivos para alentar fundadas esperanzas, a condición de que en este proceso que el país ha comenzado, se mantenga siempre una real fidelidad al pueblo, sin la cual el proceso mismo sería traicionado...”.

En setiembre de 1976, Devoto denunciaba las amenazas de muerte contra su persona.
“...No podemos ignorar que en el panorama de la iglesia en América latina, también a nuestra iglesia local en Goya, nos toca atravesar por la prueba de la persecución. Una persecución que ha comenzado suavemente y que se ha ido acentuando cada día, buscando y encontrando siempre algún pretexto para llevarla adelante.

“...Una iglesia que proclama el evangelio y trata de hacerlo realidad en su propia vida, es una iglesia que tarde o temprano va a experimentar que se cumplan en ella las palabras de Jesús: “Así como me han perseguido a mi, también los perseguirán a ustedes”. Y esa hora ha llegado.

“Se que se van a decir muchas cosas de mi y de los verdaderos cristianos, laicos, religiosos y sacerdotes de la diócesis. Pero más allá de todo lo que los hombres puedan decir, está el juicio de Dios que conoce a fondo el corazón de cada uno...”, apuntaba.

El obispo de Goya, en la Navidad de 1979, denunció la situación del campesinado.

La calificaba como “dolorosa” y que se “viene atravesando desde hace tiempo”.

“...un porvenir incierto vuelve cada vez más angustiosa esa situación. Además también lo hago así, porque la opinión pública -que suele buscar complacencias fáciles que no comprometen- dice poco y nada sobre los problemas de fondo del campesinado. Como si por el hecho de callar los males, y sobre todo “sus causas profundas”, como dice el Papa, los males desaparecieran.

“Si la iglesia callara, también ella se haría cómplice de lo que constituye una “situación de pecado”, que sin ninguna duda es contraria al designio de Dios.

“Por momentos, uno tiene la impresión de que hay una política sistemática para obligar a los agricultores a que abandonen la tierra en que viven y que han trabajado con tanto esfuerzo y sacrificio, para ser luego absorbidos por el anonimato de las grandes ciudades.

“Mucho me han impresionado las palabras sencillas pero a la vez muy realistas, de un poema:

“es como si la Patria se haya callado,
la semilla, el surco y el arado,
si hasta parece que Dios nos ha dejado”.

“Frente a todo esto, resuena con acento fuerte la afirmación de Juan Pablo II, que hace suya el documento de Puebla: “...la conciencia humana, la conciencia de los pueblos, el grito del desvalido, y sobre todo, la voz de Dios, la voz de la iglesia lo repiten conmigo: no es justo, no es humano, no es cristiano, continuar con ciertas situaciones claramente injustas”.

“Alguien podría pensar que esta reflexión no es apropiada para la Navidad. Pero se equivoca....Sería además muy egoísta de nuestra parte, celebrar la Navidad pensando sólo en el bienestar personal o familiar, y dejando en el olvido el dolor y la pena de nuestros hermanos que sufren”, remarcaba Devoto.

En Pascuas de 1981, el obispo de Goya volvía sobre los campesinos correntinos.

“...ser cristianos no es refugiarse en la fe para vivir al margen de la realidad de este mundo, sino asumirla, precisamente desde esa misma fe. Esto nos lleva necesariamente a mirar a nuestro alrededor.

“Salta a la vista el drama que vive tanta gente de nuestro pueblo, que a pesar de largos años de trabajo sacrificado, continúa viviendo en la inseguridad de cada día y con el riesgo constante de ver malogrados todos sus esfuerzos.

“Esto vale para muchos sectores, pero principalmente para nuestra gente de campo. Yo se que a veces el agricultor exagera un poco sus dificultades, sobre todo frente a la naturaleza. Pero no se trata de eso, sino del desaliento creciente que llega a desanimar, aún a aquellos que quieren mantenerse fieles a la tierra que vienen trabajando desde hace muchos años.

“No hace mucho un funcionario me explicaba que las medidas que se toman, son para desalentar al campesino. Y, sin duda alguna, lo están logrando.

“...Sabemos bien que en todas partes no sucede lo mismo, pero lo cierto es que nuestra zona se va empobreciendo más y más, principalmente por el éxodo de gente joven. ¿Cuál es el futuro de una provincia de la que emigra gran parte de sus jóvenes?. ¿Para qué servirán tantas instalaciones costosas en las zonas rurales, si después no habrá gente para ocuparlas y usarlas?

“En Puebla, los obispos han hecho una opción clara y bien definida por el mundo de los pobres. De ahí que la iglesia no pueda callar ante una situación que se va agravando día a día. Guardar silencio equivaldría a ser cómplice de esa misma situación injusta.

“En medio de este panorama, la Pascua nos hace asumir toda esta realidad como cruz, como angustia, como sufrimiento, que se une al valor de Cristo en su pasión. Y por eso también, nos abre a una esperanza firme...

“...La plenitud de vida -lo que llamamos vida eterna- sólo se alcanza en el reino definitivo del Padre Dios. Pero esa plenitud, se va haciendo históricamente en el tiempo presente, sirviendo con fidelidad a Dios y a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres.

“Es ese mismo Dios de la vida, el que quiere que los hombres tengan, no sólo la vida eterna, sino también la vida que comienza con el pan de cada día, el techo, el trabajo...”, denunciaba Devoto.

“Navidad en libertad. Después de largos años nuestro pueblo vuelve a celebrar la fiesta de Navidad en un clima de libertad y democracia”, comenzaba diciendo Devoto el 24 de diciembre de 1983.

“Y aunque todavía experimentamos muchas de las tremendas consecuencias de un régimen que avasalló los derechos humanos, ésta es sin duda una Navidad distinta. Una Navidad llena de esperanza, porque el pueblo vuelve a ser protagonista de su historia.

“Esa esperanza nos hace mirar hacia delante, con suficiente confianza y optimismo, como para pensar que las sanas reservas que hay en nuestro pueblo, han de ser capaces para hacer el país que queremos, en el libre juego de la democracia.

“Pero ello no significa en manera alguna, echar al olvido todo lo pasado. Los pueblos que no tienen memoria, están expuestos a cometer los mismos errores de antes.

“En la Argentina se han cometido muchos y gravísimos errores.

Hay todo un pasado reciente, sembrado de injusticias, inseguridad, atropellos, terror, corrupción, torturas, muertos y desapariciones, que no pueden quedar en la impunidad.

“Cuando los profetas anunciaron la venida de Jesús, lo presentaron como el que vendría a hacer justicia con los pobres y oprimidos.

“En nuestro país son innumerables las familias que han pasado muchas navidades en el angustioso clima de la incertidumbre y el dolor. Pero esta Navidad tiene mucho de distinto, para un pueblo que tanto ha sufrido y sufre aún...

“El pueblo argentino ha hecho una clara opción para vivir la libertad en democracia. Y ello implica a la vez un compromiso de todos, para que el fruto de tantos esfuerzos y sacrificios, no se vea frustrado por la incomprensión de unos, la ambición y el egoísmo de otros.

“Estamos aprendiendo a recorrer los caminos de la reconciliación y de la paz. Porque todos estamos aprendiendo a vivir otra vez en democracia y libertad”, expresaba el obispo en su último saludo navideño.

En 1976, Devoto escribió: “La creciente de 1966 me hizo conocer de cerca la miseria de mucha gente, miseria que yo ni siquiera imaginaba, y eso ha marcado mi vida, convencido de que la iglesia no puede quedar indiferente ante tanta gente que vive en condiciones infrahumanas”, sostuvo entonces.


Cuando el obispo murió, muchos intereses celebraron su partida.


Sin embargo, Devoto sigue andando en las necesidades de su pueblo y en los sueños inconclusos de varias generaciones que lo siguen descubriendo como guía existencial.

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